Comentario
Los habitantes de la Paleopolis enterraron a sus muertos en el paraje de El Portitxol, un lugar junto al mar situado un kilómetro al sur del establecimiento. Aparte de algunos objetos funerarios, apenas si sabemos nada de la configuración del cementerio por el hecho de que su excavación, llevada a cabo antes de 1908, fue realizada, sin ningún control científico, por los ingenieros forestales encargados de fijar las dunas costeras. Hoy sólo sabemos que el rito empleado fue el de la inhumación y que el uso del cementerio se inició a principios del siglo VI, abarcando luego buena parte del mismo.A partir del último cuarto del siglo VI los habitantes de Emporion empezaron a enterrarse al sur y al oeste de la ciudad, en las necrópolis Bonjoan, Mateu, Granada, Parking y Martí, en las que predomina el rito de la inhumación, si bien no faltan algunas incineraciones. En su inmensa mayoría se trata de tumbas muy sencillas, y por ello muy griegas, directamente excavadas en la tierra, en las que el cuerpo se colocaba sin ninguna protección especial acompañado de unos ajuares muy modestos que contrastan con las aparatosas manifestaciones de riqueza que en otros lugares aparecen en las tumbas indígenas contemporáneas. Lécitos y ungüentarios contenedores de aceites perfumados usados en la ceremonia fúnebre, algunas joyas simples, fíbulas, figurillas de terracota y tabas es cuanto podemos encontrar en estas tumbas específicamente griegas.
Mención especial merece la necrópolis de la Muralla N. E., situada frente a la Paleopolis, en la que predomina el rito de la incineración, por lo que ha de ser considerada indígena, sobre todo si tenemos en cuenta que en sus ajuares los objetos metálicos no difieren en absoluto de los de las tumbas ibéricas contemporáneas del este peninsular y que los griegos, tal como lo demuestra el Portitxol contemporáneo, inhumaban.